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La triste realidad

Trabajo en una consultora de ingeniería donde la mayoría son hombres y los jefes se pasan para machistas. Tengo una enfermedad que me impide tener hijos después de los 30 años por lo que decidimos con mi marido tener un bebé... Craso error. En cuanto presenté un certificado de embarazo a mi jefe empezó mi clavario.

No soy mala en lo que hago, pero mágicamente empezaron a cargarme y cargarme de trabajo, mis compañeros de área trabajaban en un solo proyecto (máximo 2) y a mi de golpe me llegaron 4 proyectos nuevos para que yo los hiciera sola, tenía apenas 7 semanas de embarazo.

El gerente y el dueño de la empresa, que siempre habian sido muy amables conmigo, de un dia para otro ya nisiquiera me miraban cuando nos cruzabanos en los pasillos. El jefe de uno de los proyectos donde trabajaba dejó de hablar conmigo también de un minuto a otro, antes hasta conversabamos como amigos en las salidas a terreno, como para no ir callados en la camioneta.

Todo mi ambiente laboral se volvió hostil solo por el hecho de estar embarazada. De tanto estrés que tenía comencé con síntomas de aborto, me retorcía de dolor y llanto encerrada en el baño. Terminé en urgencias y con licencia y reposo total todo el resto de mi embarazo, cargada de medicamentos para evitar aborto o parto prematuro.

Cumplido el plazo del postnatal volví feliz de poder ver a mis compañeros y amigos en la oficina, tuve la suerte de que la encargada de RRHH me buscó una buena sala cuna para mi hijo, así que volví tranquila mi primer día de trabajo. Pero mi felicidad no duró mucho. Me cambiaron de edificio a una oficina con gente que ni conocía. El computador con el que trabajaba no me lo pasaron, me pasaron una chatarra que apenas prendía. Recorrí casi todo el edificio preguntando uno por uno a los jefes en que podía ayudar para reincorporarme, todos me decían que no tenían nada. Iba a sentarme de 8 a 5 todos los dias al escritorio sin nada que hacer, todos los días preguntaba y nada.

Al final me empecé a dedicar a leer papers sobre el área en que trabajo, de puro aburrida y para matar el tiempo por último estudiando. Tenía la sensación de que solo estaban esperando a que se acabara mi fuero para despedirme o que yo me aburriera antes y renunciara. Mi hija se enfermó en la sala cuna, me dieron licencia.

A estas alturas ya no siento ningún aprecio por mi trabajo, por la oficina, por las personas que ahí hay, por los jefes, ni por lo que hacía. Antes era feliz y le ponía todo el empeño del mundo a lo que hacía, ahora hasta me aburre. Hablé con el médico de mi hijo y se apiadó de mi y me extendió la licencia hasta el año. Nos queda cerca de un mes para que se termine la licencia, pero se que voy a volver ha hacer nada y a estar de 8 a 5 sentada haciendo nada, esperando a que pasen los días hasta que se acabe mi fuero y me despidan.



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