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Los civil-fóbicos

Trabajo en una institución de uniforme repetitivo y sucursales a lo largo de Chile, pero pese a tener cosas muy buenas, también tiene otras muy malas y es en las que me quiero enfocar.
Como civil la vida es dura, eres el último eslabón en la pirámide de mando, lo que hace que todos los demás pasen sobre ti.

Siendo civil no tienes ni voz ni voto, y muchos funcionarios son “civilfóbicos”, cosa que hace mucho más difícil nuestro trabajo. Muchas veces la jefatura te amenaza de que si no te gusta el sistema, hay miles de personas que harían la misma pega sin quejarse, y con esa excusa te faltan el respeto. No respetan tus horarios; te llaman a la hora que se les plazca; te citan a trabajar los fines de semana y si les pides devolución de horas, se molestan, aludiendo a que deberías agradecer que tienes pega. Para otros jefes eres parte del mobiliario, no te hablan porque quizás se les pega alguna enfermedad al dirigirte la palabra. Hay que rogar para que te den tus vacaciones, y si tiras licencia eres incompetente y desleal con la institución. Ven todos los defectos en ti, sin ser capaces de tener autocrítica; si te tomas un vaso de café está mal, mientras ellos pueden demorar más de dos horas tomando desayuno en horario laboral llamadas “reunión de trabajo”. Te critican al verte con el teléfono en la mano, cuando ellos se encierran en su oficina a jugar Free Fire o el jueguito de moda. Y lo peor, es que si renuncias o te echan, no tienes derecho a indemnización de mes por año, ni seguro de cesantía, porque para algunas cosas somos solo civiles y para otras somos parte de la institucion.

Voy a destacar los pro, para que tampoco se diga que todo es tan malo: pagan puntual, tienes acceso a préstamo con tasas bajas, haces buenos amigos, cobertura de salud, horarios medianamente flexibles.

En fin, un desahogo no le hace mal a nadie.



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