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Dificil vida

Escribo esto desde la vereda de enfrente, desde mi nuevo trabajo completamente opuesto a lo que fui, que se siente como si hubiese sido hace un siglo, sin embargo son solo meses que aún me hacen ruido y dan secuelas. Antes trabajaba en Hotelería.

Los colegas gastrónomos y garzones entenderán que el ritmo en que funciona es distinto al normal de los mortales ( trabajan feriados, festivos irrenunciables y fechas importantes) y está bien, uno lo asume considerando lo que uno gana y siempre cuando estén las condiciones. En mi anterior trabajo no era así

Trabajaba en un hotel bien céntrico de Santiago, tradicional y de muchos años, el cual tenía por jefa y Dueña a una española. El problema era que ella vivía ahí, junto a una administradora que por la falta de personal y por cosas domésticas abarcaba gran parte de sus funciones. La señora dueña tenía problemas de Ira, y esa irá se la reflejaba al equipo de trabajo, que en cocina eran siempre la mitad de lo que correspondía ( se supone que óptimo eran 6 personas, incluyendo el steward, ellos eran 4) y en un maratonica semana doble dónde trabajaban más de 11 horas diarias con solo un día de descanso. La paga era el salario mínimo, y la colación, lo que te tardarás en comer, no mas de 15 minutos obvio. Si no ella misma que por un sistema de camaras se encargaba de monitorear todo lo que pasaba tanto en comedor, como en cocina y recepción. Muchos colegas se encontraban enfermos y estresados, y ella le valía nada las quejas mientras salieran esos platos.

La bipolaridad de la administradora que hacía de mano derecha, recursos humanos, contadora, manejo de redes y otros papeles administrativos estaba cerca del límite de la locura. Y con su amor por el drama, se encargaba de humillante en frente de toda la gente, ya sea clientes, jefa o colega. Y lo hacia delante de la jefa para su sana entretención. Además de llevar su vida doméstica dentro del hotel como si hogar fuera, lo que ameritaba que la mascota que tenía, comiera con ellas sentada en la misma mesa, con cubiertos e individual.

Tu trabajo era servir a su máscota como si fuera una persona, y si algo estaba mal, un detalle mal ejecutado. Eras el centro de las luces para la humillación, sus risas y tú mismo llanto. Garabatos iban y venían, a la dueña le da lo mismo, eres un mayordomo más, no un Garzón.

Una colega que quedó embarazada vivió el infierno en vida el plazo que tuvo que trabajar antes de su pre-natal, en el cual le prohíbian ir al baño, a sus consultas e incluso si se sentía mal. Era el siglo 18, con una española dueña de ti. Además que las pobres chicas debían cambiarse ropa en el baño del público porque no tenían un espacio asignado. Muchas veces sufrieron acoso por eso mismo. Los hombres teníamos el lujo de tener un Camerin con un baño con un eterno urinario sin funcionar, y Miles de bichos negros típicos de la cocina, rondeando por rincones. Sin jabón, solo con papel higiénico.

Irregularidades habían en el proceso de la preparación de platos, claro, no por la falta de ética, sino por el régimen de máximo ahorro que ponía la dueña, incluso descongelando carne en una bodega seca con bichos rondando cerca, el personal en su gran mayoría adultos casi mayores acataban con obediencia lo que les decía, ese trabajo era todo lo que tenian. Podría seguir con varias cosas pero sé que la gente no lee los textos tan largos. Pero si usted pasa cerca de un clásico hotel en el centro de Santiago por altura de metro U de Chile. Piénselo dos veces antes de almorzar ahí. No estará pagando un almuerzo en su 100% óptimo y estará fomentando a una post esclavitud del siglo XXI. Aparte que un perro ya comió en la misma mesa donde comerá usted.

Lo siento hace un siglo atrás, aún estoy intentando salir de la depresión que quedó conmigo al salir. Con un finiquito míserable, opte por mi salud mental y emocional. Quisas hubiese muerto si seguía ahí.



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