Entré a trabajar en una oficina de contabilidad de una empresa de reciclaje en Santiago. Llegué por una aviso de chiletrabajos.cl. Quien me entrevistó era una mujer 8 años menor que yo aproximadamente 33 años.
Era casada y me dijo que el empleo era mio. A las pocas semanas de estar trabajando comenzó a contarme cosas personales y entablamos una bonita amistad.
El marido era enfermo de celoso y ella era estupenda. La celaba, la controlaba, y había abuso físico y sicológico a diario. El decidía cuándo comer y cuándo levarse en la mañana. Le escogía hasta el color de la ropa y si se negaba le hacía la vida imposible.
Aún asi ella era bien coqueta y se vestía con minifaldas y se veía muy bien. Yo nunca la vi con otros ojos porque era casada y no quería tener problemas hasta que... comenzó acosarme.
El acoso pasó de coqueteo a acoso sexual. Cerraba la oficina y comenzaba a mostrarme todo. La tipica historia que con su marido no pasaba nada, que la maltrataba (eso si era cierto) yo me negaba a pesar que las ganas no me faltaban, pero me resistía porque me pesaba que fuera casada.
Duró varias semanas hasta que un día me pilló atravesado (yo no tenía compromiso con nadie, era soltero). Siempre su juego era el mismo, se subía la falda, me mostraba los pechos, se acercaba y me tocaba por encima del pantalón y muchas otras cosas. La oficina era bien piola y ella se encargaba de enviar a todo el personal a distintos trámites para que quedemos solo.
Ese día, como siempre procuró que todos salieran y comenzó su juego. Pero ese día me pilló mal parado y decidí aceptar. Tiramos en el escritorio mio y le quedó gustando ( a mi también) y de ahí comenzó un juego erótico por varios meses.
Sexo en todos los rincones hasta que los otros empleados comenzaron a cachar que algo pasaba. Por lo menos tres veces por semana tirábamos en la oficina a puerta cerrada y varias veces alguien tocó y tuvimos que hacernos los tontos aunque era difícil abrir la puerta todos acalorados y aún jadeante.
Hicimos de todo en esa oficina. Nunca fuimos a un motel. El sexo era extraordinario entre nosotros hasta que hubo despido en la compañía (empresa de reciclado) y me despidieron.
No volví a saber de ella. Pero también aprendí que no se puede mezclar el trabajo con el placer. No lo volvería hacer tampoco. Mejor es no meterse en problemas.
